Miércoles de Ceniza
NO HAGAS COMO LOS HIPÓCRITAS | Mt 6:1-6, 16-18
No somos individuos aislados y la idea que se hacen los demás de nosotros puede ayudarnos o también mortificarnos cuando se le presta más atención de la debida.
Hoy en día mucha gente comparte los pormenores de su cotidianidad a través de las redes sociales, con tanta frecuencia, que pareciera que fuera mas importante la exposición de lo vivido que lo vivido en sí mismo. En el fondo, las redes sociales han abierto un canal de comunicación diferente, impersonal, pero que posibilita expresar a otros nuestros aportes, nuestros criterios, convicciones y gustos y, consciente o inconscientememte, también es para muchos un modo de canalizar el deseo de obtener el reconocimiento, el aprecio o la aceptación de los demás al mostrar lo que se quiere dar a conocer de si mismo.
Jesús no obstante, advierte que no está bien hacer de la aceptación o del rechazo de los otros un absoluto y nos invita a liberarnos del culto que damos a la propia imagen para ganar la simpatía de los demás. Jesús nos invita a vivir en autenticidad, a no tanto parecer ser buenos, sino a hacer el bien a pesar de las antipatìas que podamos ganarnos en el camino o a las debilidades que no nos gusta mostrar. Una vida sostenida sobre la opinión de otros carece de fundamentos firmes y puede llevar a la depresión cuando las expectativas de reconocimiento no son satisfechas. Por eso, el Señor nos invita a cimentar nuestra vida en Dios, que es quien nos ama independientemente de las circunstancias que podamos vivir, porque para Él, lo que hacemos no es más importante que lo que somos y nos invita a que entre nosotros nos relacionemos de esa manera también. Solo el reconocimiento del otro como hermano nos permite experimentar la gracia de ser hijos de Dios. Esta experiencia de un Dios que, no solo nos acepta, sino que nos ama infinita e incondicionalmente, es la que pone en su justo lugar los anhelos de aceptación y reconocimiento de los demás.
La llamada a denunciar, anunciar y a dar testimonio de la justicia y la verdad no pude detenerse por la aceptación o el rechazo de los demás. Claro está, que quien no ha hecho a Cristo su tesoro (Mt 6,21) no podrá resistir los embates del rechazo y la persecución que trae consigo el anuncio de la Buena Noticia (Jn 15,1-8). Por eso, al orar, al ayunar o al ayudar a otros, no debemos esperar más compensación que la convicción de que hemos cumplido con nuestro deber (Lc 17,10), de que somos privilegiados de cumplir el querer de Dios y de morar en su casa (Lc 15,31).
Hoy, miércoles de ceniza, la Iglesia nos invita a orar y ayunar teniendo como referencia este fragmento del capítulo 6 de Mateo. En una sociedad religiosa como lo era la sociedad en la que vivió Jesús, había muchos cuya motivación al orar, ayunar y dar limosna en público era la del reconocimiento y la adulación de los demás y, aunque nuestra sociedad hoy es menos dada a valorar estos gestos, no falta quien quiere hacer alarde de lo "buena persona" que es y se encarga de dejar saber a todos sus buenas acciones para ser reconocido por ello. En normal ver eso entre políticos y organizaciones no gubernamentales que llegan a pagar costosas publicidades para que la gente vea sus "buenas obras". Pues bien, el Señor nos invita a seguir otro camino, el de encontrar gozo en dar sin esperar recibir otra cosa a cambio que el beneficio del otro (limosna), el encuentro con el Señor (oración) , el crecimiento en la conquista de la propia voluntad (ayuno) y celebrar en privado ese secreto con Dios, para que nadie nos pueda quitar esa experiencia de intimidad que nos realiza y que da sentido a la existencia.
Por último, como sabemos que no solo hacemos el bien, sino que también hacemos el mal que no queremos (Rom 7,19) ofrezcamos al Señor lo bueno que hacemos con humildad, sin dobles intenciones. Solo así nuestra oración, nuestro ayuno y nuestra solidaridad, serán auténticas y realmente transformadoras.
NO HAGAS COMO LOS HIPÓCRITAS
Música y letra: Javier Brú
Cuando des limosna,
no hagas como los hipócritas
tocan la trompeta cuando su limosna van a dar
para que la gente los pueda adular
pero ya con eso su paga tendrán.
TÚ EN CAMBIO CUANDO DES
HAZ QUE SÓLO TÚ PUEDAS SABER
Y EL PADRE DEL CIELO QUE LO VE
TE LO PAGARÁ.
Cuando estés rezando,
no hagas como los hipócritas
que buscan las plazas y a las sinagogas para orar
para que la gente los vea rezar
pero al hacer eso pagados están.
TÚ EN CAMBIO AL REZAR
LA PUERTA EN TU CUARTO CERRARÁS
QUE EL PADRE QUE LO SECRETO VE
TE LO PAGARÁ.
Si estás ayunando,
no hagas como los hipócritas
que van cabizbajos y en los rostros muestran su pesar
y así todos vean que ayunando están
pero ya con eso pagados están.
TÚ, CUANDO AYUNANDO ESTÉS
PERFUMADO Y LIMPIO MUÉSTRATE
PUES EL PADRE QUE TU AYUNO VE
TE COMPENSARÁ.
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